Limpieza

A cualquiera que me viera los últimos días le chocaría probablemente mi repentina venada limpiadora y organizadora.

Empecé por mi habitación, las mesillas, ordenando botes y más botes de crema corporal de todo tipo, libros sin leer o ya leídos en la mesilla, klínex usados o sin usar entre la cama y la pared, y debajo de la cama en los profundos bosques de pelusa. Todo fuera, todo despejado. Los cajones de la mesilla parecen estar todo en orden, pero los miro dos, tres o siete veces. El cajón de los medicamentos lo ordené a fondo y tiré todo caducado hace pocos meses pero vuelvo a mirar por si acaso.

La mesa del salón: recibos de cosas compradas pero ilegibles por aquello de la tinta mágica que usan en las tiendas, tarjetas, papelitos con cosas apuntadas, etiquetas de ropa, clips...y debajo de la mesa, en el suelo: el temario de las oposiciones, libros de inglés, fotocopias y más fotocopias, y más libros de inglés (de momento ya en un ordenado montón, pero dónde voy a meter tanto libro?), fichas, mi título de licenciada enrollado con una goma de pelo color lila, tarjetitas con palabras para jugar en clase, los números del 1 al 50 para el bingo...

Luego fue el coche: más papeles, debajo de los asientos, en las puertas, cajas vacías de Trident Splash y Trident Tornado en una puerta, plásticos en la otra puerta (se puede contaminar y ser ecológica separando las basuras al mismo tiempo. El cenicero? No, nada más qeu el euro para el carrito de supermercado y una (otra) goma lila para el pelo. Debajo de las alfombrillas casi es mejor no mirar, ya lo llevaré a limpiar, de momento las sacudo un poco en la calle y las vuelvo a poner. Debajo sólo hay arena y piedrecitas. Entre los asientos y la puerta es el reino de los pelos (cómo puedo soltar tanto pelo si no tengo? Sospecho que hay más pelo en el coche que en toda mi cabeza, suficiente como para una peluca para alguna ppera alopécica)

Otra vez en casa vuelvo al ataque: otra vez el salón. Quito la funda al sofá: entre los cojines sólo hay alguna miga y pegatina de All*e. Paso el aspirador y pongo una funda limpia. Luego toca debajo y detrás del sofá: no es grave, un pistacho sin abrir, cuatro pelusas y récord! ni una sola pieza de puzzle de la niña! Por primera vez! Paso el aspirador también y la fregona, vuelvo a colocar el sofá. Queda bien. Recogidito.

Sólo queda el arcón, es decir, el cacharro que la gente suele llamar o mesa o baúl, cuando no es ninguna de las dos cosas. Hace función de mesa de café pero, aunque pequeño, es mucho más contundente, primero por ser de madera, y segundo porque está lleno de trastos y pesa un huevo. Para moverlo no basta con empujar o arrastrar porque raya el parquet, así que hay que levantar un poco y mover a la vez. No es trabajo de butaneros exactamente, pero hay que estar de humor. Estoy de humor: sólo me queda el arcón para completar la épica limpiadora, así que cojo la posición para no joderme la espalda, me agacho un poco, abdominales para dentro, lo levanto un pelín, lo desplazo un pelín, y oh! Por fin! En el último sitio! Lo encontré!

Mi colirio.

SABÍA que no podía haberlo perdido por ahí.

No os saca de quicio no encontrar las cosas?

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