The Final Countdown

Se podía apurar más, pero finalmente acabé de escribir la programación ayer sobre las 22.30, y de 23.00 a 00.30 ya me veis en el Work Center 24 horas de la plaza San Bernardo, maravillándome ante el buen humor, paciencia y tranquilidad de los dos chiquillos (un chico y una chica) jovencillos que trabajan allí (cada vez los hacen más jóvenes en las tiendas. Pronto volveremos ver trabajo infantil), y que siendo sólo dos personas, pequeñitas además, tenían que atender a hordas de opositores ansiosos por imprimir y encuadernar su ofrenda a los dioses del tribunal.

Aparqué con mi habitual estilo en la misma plaza, a unos 50 metros de la tienda, y aunque le eché algún vistazo de vez en cuando, por una vez la policía municipal no estaba por la labor de quitar coches aparcados en zonas prohibidas pero ordenaditos y que no molestaban.

Cuando finalmente salí con mi atesorada programación debajo del brazo pensé que a estas horas ni de coña estaría abierto el bar de Resti, donde hace 5 años o así no me dejó pagar una cerveza para obligar a Jav* que se pasara por allí a pagarla. (La estrategia no funcionó.) Así que en vez de andar los 100 metros volví a coger el coche para pasar delante y cerciorarme de que estaba cerrado. Pero oh!, estaba abierto, y justo se iba un coche enfrente, así que bloquée el tráfico un rato esperando el hueco, sonriendo a diestro y siniestro, entré y me tomé un par de botellines y charlé un rato con Resti, que no me dejó pagar la cerveza de hace 5 años, para seguir obligándole a Jav* a pasar a pagarla, me invitó a otra, y me fui para casa a dormir la mona casi, porque a mi edad 3 cervezas ya me afectan ;).

Y ahora estoy perdiendo el tiempo aquí en vez de estar estudiando algún tema in extremis, así que os dejo y ya os contaré.